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La Teoría Militar: base de la transformación de la Fuerza Terrestre en el Perú.

  • Alfredo ANGULO PALMA
  • 23 ago 2018
  • 23 Min. de lectura

Introducción

¿Cómo se pretende adquirir sistemas de armas, si no se conoce el diseño de la fuerza? ¿Cómo se pretende diseñar una fuerza, si no se conoce cuales son las capacidades que debe poseer en relación a su ambiente operacional? ¿Cómo se pretende establecer una nueva Fuerza Terrestre, si sus planificadores no comparten la misma arquitectura conceptual? ¿Cómo se pretende compartir una misma arquitectura conceptual, si no se cuenta con la doctrina que le de soporte? ¿Cómo se pretende establecer una transformación de la Fuerza Terrestre si no se conoce cuál será su empleo? ¿Cómo se pretende establecer una arquitectura conceptual que sustente la transformación de la Fuerza Terrestre, si no se cuenta con una Teoría Militar?

En este ensayo, pretendo dar respuesta a estas interrogantes, plantear aproximaciones conceptuales hacia el desarrollo de una Teoría Militar propia, y sentar las bases teóricas que orienten la transformación de nuestra Fuerza Terrestre. Estas aproximaciones conceptuales pretenden señalar líneas básicas que deberán seguirse con la visión de contar por primera vez con una Teoría Militar Institucional; herramienta y condición impostergable para orientar la planificación y diseño operacional del Ejército.

Sin embargo, debo advertir que no es pretensión de este trabajo discutir los alcances de nivel Estratégico-Operacional, o el sentido de conjuntez que ya ha iniciado el CCFFAA. Por el contrario, la teoría a la que me refiero es aquella que se encuentra relacionada al arte militar táctico-operacional, cuyos fundamentos permitan explicar el diseño, planeamiento, preparación y ejecución de acciones militares que tienen o que tuvieron que como fin, el alcanzar sus objetivos militares terrestres que le imponía su misión.

La falta de una Teoría Militar sólida es una tarea pendiente en nuestra Institución. Su ausencia aun no nos permite explicar nuestro pasado ni presente militar operacional, y mucho menos visualizar el futuro que nos espera. De ahí que sencillamente, los estudios y tratados foráneos relativos al planeamiento y al arte operacional militar en cualquier nivel, fácilmente nos impresionan. Esa impresión nos hace devotos y fervientes defensores de investigaciones o trabajos foráneos que distan mucho de nuestra realidad. Por tal motivo, conceptos como el de planeamiento por amenazas, la geometría inversa, el planeamiento por capacidades, la defensa en grandes frentes, o la guerra asimétrica, por nombrar sólo algunos términos, se introducen fácilmente en nuestra psiquis colectiva institucional.

Sin realizar una investigación a fondo, asumimos por descontado que se ha producido un cambio en la naturaleza y en el carácter de la guerra, y es precisamente dicho cambio él que ha generado estos conceptos, los cuales gurús, teóricos, estudiosos y “expertos” de la guerra, se encargan de diseminar por el mundo. El deseo de estar acorde con ellos, hace que estos conceptos sean implantados en nuestro léxico militar sin mayor observación, tratando de castellanizarlos de cualquier manera, sin entender interiormente las bases doctrinarias o conceptuales que los sostienen, la filosofía detrás de ellos, el origen de las circunstancias del cual provienen, o el impacto que estos conceptos tendrán en la formación de nuestros futuros comandantes.

Lamentablemente, ante un mundo tan cambiante, en el que cada evento repercute en otros, en el que la velocidad de los cambios genera nuevas teorías, postulados y teoremas relativos a guerra y a las operaciones militares, nuestra complacencia hace que nos convirtamos en observadores impotentes de tales “cambios”. Así, en la mayoría de las veces, en lugar de desarrollar sobre la base de estos conceptos avanzados una explicación propia de nuestro contexto, pretendemos encajarlos como dé lugar, tratando de hacerlos figurar como parte de nuestra realidad.

Y es que la realidad, después de casi 200 años de fundación del Ejército, nos muestra que nos hemos preocupado más en surfear sobre la superficie escolástica militar mundial, pero que aun no nos hemos sumergido en la búsqueda de una explicación que nos demuestre las causas reales de nuestro pasado, presente y futuro militar operacional.

Aproximaciones a la Teoría Militar

Una teoría, en forma genérica, es un conjunto coherente de proposiciones generales usadas para explicar un determinado fenómeno[1]. La Real Academia Española (RAE), inclusive adiciona la frase: “sin haberlo empleado en la práctica”[2]. Científicamente, una teoría es una estructura sistemática de ideas de amplio alcance, concebida por la imaginación humana que proporciona un conjunto de leyes empíricas (experiencias) en atención a precisiones existentes en objetos y eventos, ambos descritos y observados[3]. En esta explicación, que tiene bases científicas derivadas desde la antigua Grecia, nuestra mente “occidentalizada” (Gower, 2002) y la aproximación al fenómeno o sujeto en estudio, ha sido influenciada por el empirismo y el determinismo, estableciendo leyes que tratan de ser generalizadas. Por esa misma razón, una teoría permite establecer hipótesis, que para ser aceptadas necesitan ser contrastadas con la realidad (Weiss, 2002), (Healey, 2009).

Sin embargo, una teoría militar tiene más complejidades que la rigidez impuesta por la investigación científica y mucha más flexibilidad de parte de su comunidad investigadora. Una teoría militar no necesita ser apoyada o contradicha por la evidencia (Clausewitz, 1832). Una teoría militar no debe ser aceptada de antemano o impuesta bajo orden superior. La teoría militar no debe tener la intención de convertirse en un check-list para los comandantes terrestres (Vego, 2011), o un libro de recetas para cada situación que se les presente. Una teoría militar no es más que la supuesta explicación de un evento sucedido o por suceder en el ambiente operacional terrestre durante la conducción de operaciones, que nos permite analizar el pasado y presente, e inclusive nos muestra guías para el futuro. De ahí que la ciencia militar investiga las leyes objetivas que gobiernan los conflictos armados, y elabora preguntas pertinentes para la teoría del arte del militar, que en definitiva es el elemento básico de la ciencia militar[4].

Cuadro Nº 01: Bases y empleo de la Teoría Militar

Por tal razón, la teoría militar que trate de explicar y predecir los acontecimientos que decidirán el curso de las campañas militares, tendrá que lidiar con la sociología de la naturaleza humana (Macionis, 1997), con acepciones conceptuales, influencia de la era en que se vive (Clausewitz, 1832), influencia de las directrices políticas (Wright, 1942), la formación de sus comandantes, el presupuesto (Palomino, 2004), y los recursos disponibles (Friedman, 2005). En ese sentido, más que una proposición de aceptación o rechazo universal, una sólida teoría militar permite educar a los comandantes terrestres de manera crítica y reflexiva, para que no solo visualicen los aspectos militares, sino aquellos también no militares que afectan su preparación (Vego, 2011). En esencia para nuestro caso, la suprema función y propósito máximo de la Teoría Militar tratada en este ensayo, dentro del concepto de conjuntez, es preparar la mente de nuestros comandantes para la conducción de operaciones militares terrestres.

La conducción de operaciones militares terrestres y su Estado Final, es mucho más compleja que cualquier otra operación militar (Grayson, 2003). En el ambiente terrestre, a diferencia del marítimo o aéreo que son más técnicos, el efecto sicológico tiene una connotación superior (Jomini, 1854). Las operaciones militares terrestres son complejas porque reflejan la interacción del ser humano en su medio natural geográfico, en una colisión violenta de voluntades que a pesar de todos los avances tecnológicos, buscan conquistar, defender, ocupar y mantener un terreno determinado, aunque sea momentáneamente dentro de la lógica de su estrategia (Yarger, 2006). Este sentido sicológico de pertenencia y compañerismo se vuelve aun más complejo cuando se desarrollan acciones militares de naturaleza compleja y diferente, para enfrentar nuevas amenazas, tales como los combates urbanos que precisan de acciones micro-tácticas (Weizman, 2005). Los rumores, las expectativas, los temores, los sentimientos, los odios, entre otros, tienen efectos directos sobre las tropas terrestres y por ende sobre las operaciones militares que llevan a cabo. Eso explica porque históricamente las fuerzas terrestres siempre han protegido sus flancos, retaguardia, y su línea de comunicaciones, con el fin de estar unidos umbilicalmente a su nación, que les brinde la seguridad de un retorno seguro (Clausewitz, 1832) (Jomini, 1854).

A través de cada periodo de la historia, los avances científicos y tecnológicos así como la naturaleza política han tenido efectos notables en las campañas militares (Clausewitz, 1832) (Jomini, 1854), no solo en su ejecución sino en su conceptualización, diseño y planeamiento. La era del conocimiento y de la información que actualmente vivimos (Roszak, 1984), no es la excepción. La rapidez de las comunicaciones, la globalización, la expansión de la democracia, y los avances científicos, han hecho sentir su influencia en el mundo (Greenspan, 2007) y en cada uno de los campos de estudio del arte operacional de la guerra, y más aun sobre la fuerza terrestre.

Es tal la influencia de esta era, que los teóricos y estudiosos modernos han clasificado conceptualmente a la guerra de tal manera, que solo se puede denominar como tal a aquel enfrentamiento que entre otros siguen parámetros relacionados con la cantidad de bajas humanas ocasionadas, la temporalidad de duración de las acciones bélicas, al monopolio del uso de la fuerza por parte de actores estatales, o al uso de reglas de combate “autorizadas” por la comunidad internacional (Baylis, 2005). Sin embargo, sin importar estos moldes conceptuales, lo cierto es que los factores operacionales: tiempo, espacio y fuerza, siguen siendo las condiciones que aseguran el éxito militar en función de la conquista de objetivos establecidos.

Por lo tanto, aquel que esboza una teoría no debe sentirse incómodo por ser influenciado de acuerdo al momento que le toca vivir. De hecho cada evento y tendencia mundial ha influenciado a grandes estudiosos de la guerra. Clausewitz fue influenciado por la Revolución Francesa y por la forma de guerra de Napoleón Bonaparte, así como por el Movimiento Germánico personalizado por Emanuel Kant. Otro teórico como J. Fuller a su vez fue notablemente influenciado por el filósofo darwiniano Herbert Spencer.Otros fueron influenciados por Sun Tzu, la Blitzkrieg, la bomba atómica, o la Revolución Comunista. La fundamental conclusión de toda esta influencia recibida se traduce en que los teóricos de la guerra, establecieron principios rectores, teoremas y postulados, tratando de aplicar una teoría científica y convirtieron a la Guerra en una ciencia con carácter muy próxima a una ciencia exacta. La investigación científica basada en aproximaciones newtonianas determinó que la Guerra respondía a tales principios y el estudio histórico basado en muestras empíricas elegidas arbitrariamente de cada campaña militar, debían demostrar que ante determinada acción siempre se obtenía una misma reacción, lo cual hacía aparentemente predecible, lo que sucedería en el campo de batalla. En resumen, de acuerdo con estas teorías, los combates, sus efectos y resultados, podían ser anticipados por las leyes de la mecánica de causa y efecto.

Contrariamente al pasado, nuestra era no responde a ese carácter secuencial y lineal newtoniano (Grayson, 2003). La teoría de la relatividad y de la física cuántica han redefinido nuestros tiempos presentando una naturaleza bastante compleja, la cual tiene un efecto directo sobre las operaciones terrestres que son de naturaleza humana y menos mecánica (Clausewitz, 1832) (Snider, 1995) (Vego, 2011). De igual manera, los fundamentos cuánticos han redefinido los factores de tiempo, espacio, masa y fuerza (Heisemberg, 1949), multiplicando la incertidumbre que deriva en aproximaciones probabilísticas y tendencias para los tiempos actuales, en donde nuestros comandantes terrestres no tendrán el período suficiente de tiempo para encontrar patrones de comportamiento, que les permitan extraer conclusiones de un determinado proceder del adversario o de las circunstancias, sino que por lo contrario tendrán que tomar decisiones basadas en informaciones incompletas y ante situaciones completamente inesperadas (Sheehan, 2007).

Sin embargo, una teoría militar dinámica y consecuente, no puede estar ligada a un momento, a un proceso, a un arma, a un sistema específico, o un avance tecnológico (DOD, 2007). Una teoría militar exitosa no puede hipotecarse a una persona o un conjunto de necesidades transitorias. De ser así, su utilidad para el fin para la que fue formulada habría terminado. Es por tal motivo que Clausewitz, Lindel Hart, Sun Tzu, y Machiavello aún siguen presentes, mientras que los postulados de Jomini, Maham, Fuller y otros han prácticamente desaparecido.

Entonces ¿cuál es la forma inicial para plantear una Teoría Militar Institucional? Sin lugar a duda, creo que el estudio histórico de las campañas militares (Machiavelli, 2007), en donde ha participado directa o indirectamente nuestro Ejército parecería ser la mejor respuesta. Pero este estudio histórico militar, debe ser puramente crítico, no anecdotario o descriptivo, ni basado solamente en los “principios inmutables” de la Guerra que J. Fuller y Jomini proponían, sino que debe ser tratado abarcando a todas las esferas del accionar humano que rodearon a las acciones militares. Sólo el estudio de la realidad pasada, nos dará luces de los aciertos y fracasos que cometieron nuestros comandantes en cada época de nuestra historia.

Este estudio histórico amplio demandará un expertise en varias áreas del saber humano. Por ejemplo, teniendo en consideración que los presupuestos actuales del sector Defensa se vienen recortando considerablemente, podría explorarse realizar estudios históricos más amplios. A manera de ilustración, se podría establecer un estudio histórico de corte cuantitativo y cualitativo, de tal manera que se pueda medir la efectividad en el cumplimiento de la misión operacional (factor cualitativo) y la cantidad de recursos económicos empleados (factor cuantitativo) en cada campaña Militar.

Siguiendo el ejemplo propuesto, se puede ensayar una supuesta campaña militar en la que ha participado el Ejército del Perú. Dentro de ese supuesto, se pueden establecer algunos parámetros de medición cualitativa de la efectividad de la campaña en lo que se refiere al cumplimiento de los objetivos militares que se le propuso inicialmente, y compararlos con el Estado Final alcanzado.

Por otro lado, mediante una operación matemática-financiera se puede traer a valor monetario actual, el monto en dinero que se invirtió en un tiempo determinado, con lo cual podríamos obtener:

Cuadro Nº 02: Estudio histórico interrelacionando variables cuantitativas y cualitativas

Siendo cero (0,0) el no haber logrado el objetivo militar; y uno (1,0) el haberlo logrado completamente, en relación a los miles de millones que se emplearon para tal fin. Del resultado de la relación cualitativa sobre la cuantitativa, es posible obtener la curva de la tendencia de la campaña derivada del resultado de cada batalla. Para el ejemplo de esta supuesta campaña militar, se aprecia que la tendencia es negativa. Esta forma sugerida de revisión de nuestras campañas militares, significa un gran esfuerzo de recopilación de datos no solo militares, sino de intenciones e interferencias políticas, geográficos, económicas, sociales, culturales, y logísticas. Ampliando, la base del estudio histórico, se podría tener una apreciación más amplia de nuestras campañas militares y de sus resultados.

No es la intención de este ejemplo, indicar que la elección de estas dos variables sean determinantes, por el contrario, la elección de las variables cuantitativas y cualitativas dependerá del tipo de investigación histórica que se desee investigar.

La Teoría Militar, la Experiencia y la Realidad

La experiencia del comandante en el Campo de Batalla no tiene igual. Su experiencia es directamente proporcional a la práctica real del combate y nada la puede reemplazar[5]. Tal como Sun Tzu anunciaba hace miles de años: el más perfecto plan puede ser deshecho casi de inmediato al entrar en operaciones, y por naturaleza de la experiencia sabemos que casi nunca un plan se cumple a cabalidad. Sin embargo, la realidad no se opone a la Teoría Militar, sino que por el contrario, cuando ésta es fuertemente sustentada y se basa en conceptos básicos coherentes con proposiciones y relaciones en su estructura; la realidad solo la fortalece (Vego, 2011); porque cada comandante puede interpretarla según su punto de vista y sacar de ella las ventajas que desee explotar, siguiendo diversas formas y caminos para desarrollarla dentro de su propia experiencia y de las lecciones aprendidas en su formación.

La experiencia nos dice que desde el principio de las civilizaciones hasta las guerras napoleónicas, en el inicio del siglo XIX, la aniquilación del ejército enemigo era la característica principal; de hecho, muchas guerras se decidían en una sola batalla. Posteriormente con la Revolución Industrial, la característica principal de la guerra era la del agotamiento, en donde los grandes ejércitos comprometidos en conflictos de larga duración esperaban destruir la fuente de sostenimiento del esfuerzo de guerra enemigo.[6] La realidad también nos indica que los cambios tecnológicos han inaugurado un periodo de guerra que es caracterizada por la parálisis del enemigo, la cual se adecua a los tiempos modernos y que preconiza el empleo del poder militar de modo intenso y en corto espacio de tiempo, pero con un amplio espectro. La realidad también nos muestra que los Ejércitos modernos han desarrollado nueva misiones y/o nuevas funciones en el campo de batalla, producto del impacto de la tecnología, y la trasmisión de datos en tiempo real utilizando inclusive medios como las redes sociales (D Gompert, I Lachow & J Perkins, 2006).

El señalamiento de nuevas funciones, demanda una doctrina cuyas bases filosóficas combinen nuestra realidad, el avance tecnológico, y las probables zonas de operaciones en donde será empleada nuestra Fuerza Terrestre. Sin embargo, una Teoría Militar no emerge de la nada, no se da en el vacío, su estructuración demanda una atención especial de la realidad, lo cual genera un dividendo más: la formulación de una doctrina acorde.

Pero quizás la enseñanza más útil que nos puede dar la realidad en lo que a la parte académica se refiere, es que siendo la Teoría Militar, en cierto modo, una explicación filosófica-académica, los cursos que se imparten en nuestros diferentes programas de educación militar deberían ser la base de tal. Lamentablemente, si algo fisura la base teórica de cualquier propuesta, si algo fragmenta un soporte académico, es aquello que se aprende solo para uso en los salones de clase, y que su posterior empleo en la realidad sea parcial o totalmente impracticable.

Difícil debe ser mantener el liderazgo y confianza para aquel instructor que tenga problemas en explicar a sus alumnos preguntas tan simples como de donde proviene la organización binaria, ternaria o cuaternaria de nuestras unidades, y que solo tenga como respuesta lo que los manuales le imponen. Nada desanima mas, que el conocimiento que se adquiera y que no tenga un empleo ventajoso, ni utilidad para el planeamiento, administración, o conducción de operaciones militares. Este divorcio entre enseñanza y realidad, paraliza toda innovación creadora.

Por eso, cada conocimiento que se obtenga en nuestra Institución debe ser dirigida a educar la mente de los comandantes, para que éstos respondan de forma reflexiva, crítica e innovadora, ante cualquier circunstancia. Es quizás, debido a ese divorcio entre enseñanza y realidad, la respuesta objetiva del porque repetidamente cometemos los mismos errores en el planeamiento y ejecución de nuestras campañas militares tal como se reflejó en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana y se repitió en la Guerra del Pacifico en 1879, o aquella referida al apoyo logístico en las Operaciones de la Cordillera del Cóndor en 1981 y repetida en el Conflicto del Cenepa en 1995, solo por citar un par de ejemplos.

La lección que nos deja la realidad, es que nos advierte que el rol que se nos ha encargado al Ejército y que se materializa en la Constitución del Estado como parte de las Fuerzas Armadas en lo que se refiere a la preservación de las fronteras del país, no ha sido cumplido eficazmente. Y quizás la realidad que hoy nos envuelve, nos anuncia también que cuando la intensidad y daños colaterales del VRAEM hacia la sociedad peruana hayan disminuido; y cuando se termine de demarcar la frontera marítima del sur, cabría preguntarse ¿Cuál será la función de la Fuerza Terrestre? ¿Cuántos de nuestros compatriotas estarán dispuestos a sufragar el mantenimiento de una Fuerza Terrestre como de la que disponemos ahora? ¿Será necesario contar con un sistema de Reservas tan grandes, cuando quizás no haya tiempo de movilizarlas ni siquiera parcialmente, para conflictos intensos y de tan corta duración? Y lo más importante, que respuestas daremos a algunos que ya comienzan a cuestionar su propia existencia. En suma ¿Cuál será la necesidad de contar con una Fuerza Militar?, y que apoyo tendremos al responder, cuando sabemos que el nivel de la mayoría de nuestra clase política respecto a temas militares son bastante limitados (D Pion-Berlin & H Trinkunas, 2006).

¿Qué caminos debemos seguir inicialmente para arribar a una Teoría Militar?

La búsqueda de una Teoría Militar propia, es un proceso continuo que debería seguir dos tareas básicas iniciales:

1. Definir una sólida y única definición de términos

No podemos buscar una explicación o fundamento para algún fenómeno militar, si es que los que conformamos la Fuerza Terrestre no nos expresamos con los mismos términos. Es difícil avanzar en los esfuerzos de una Teoría Militar propia, cuando los términos en que se comunican los elementos de la Fuerza Terrestre tienen diferentes significados. La definición de términos en nuestro Ejército no es negociable. No es igual decir un “ataque limitado” que un “limitado ataque”. Es imprescindible unificar criterios, particularmente aquellos que tendrán influencia directa en la formulación de la Teoría Militar. Cuando se diferencie apropiadamente conceptos tales como: roles, misiones, funciones, tareas, seguridad, defensa, adaptación, modernización, transformación, reformas, educación y capacitación, en el nuevo contexto del siglo XXI, podremos decir hemos avanzado en una unificación de conceptos, necesarios para emprender nuevas concepciones teóricas en beneficio de nuestra institución. Si bien es cierto que las innovaciones científicas y tecnológicas han generado un vendaval de importación de conocimientos, en nuestra estructura conceptual debe existir una uniformidad de términos que no genere espacio a dudas o a “verdaderas interpretaciones”. Debe buscarse que cada término tenga un solo significado. Se entiende, que siendo los tiempos modernos bastante inestables y que los avances en todo orden de ciencias tendrán una apreciable influencia en las Operaciones Militares, los conceptos estarán en constante evolución. Sin embargo, la actualización de tales, debe ser consecuencia de un seguimiento y pronunciamiento institucional, y coordinado con los otros Institutos Armados e inclusive con la PNP. Construir una única estructura conceptual debe ser la base fundamental para iniciar nuevos procesos

2. Incentivar y premiar la innovación

Si existe una precaria deficiencia en nuestra Institución, esa es la falta de capacidad de innovación. Pensamos que innovar, solamente significa diseñar o construir un sistema de armas, un vehículo de combate o un programa informático, nuevos. Sin embargo, las ideas, los análisis críticos, los procesos, las teorías, y las iniciativas innovadoras carecen de un órgano que las incentive, las centralice, las analice, y las explote. La innovación no necesariamente se refiere a crear algo “nuevo”, sino que también describe la posibilidad generar el empleo diferente de algo que ya existe en nuevas circunstancias y condiciones. Se entiende, que esta nueva función o empleo debe mostrar ostensibles mejoras y coadyuvar al cumplimiento del Estado Final deseado. No existe algo más dañino para la innovación, que ante una exposición innovadora se pregunte primero si existe alguna comprobación que tal idea fue probada con éxito en otros lugares. La desventaja que notamos con nuestros camaradas de la Fuerza Aérea y la Marina de Guerra, respecto a la capacidad innovadora se percibe notoriamente. Ellos desde muy temprano en su carrera tienen contacto con los últimos adelantos tecnológicos debido a la necesidad propia de sus funciones, que genera un mayor intercambio con otros países, intelectuales y empresarios, así como acercamiento a la comunidad científica internacional. Por eso, antes que nuestro personal salga a buscar por su cuenta educación y capacitación superior civil, que a la larga genera una desprofesionalización militar, el Ejército debería provocar e incentivar el estudio de carreras liberales bajo la conducción del Instituto. Sólo contando con cuadros que practiquen la innovación en el día a día, se podrá contar con una masa crítica que genere una investigación hacia la guerra del futuro.

Sobre estas dos tareas básicas, se podría iniciar la construcción de una Teoría Militar. Es probable sin embargo, adicionar algunas tareas más, eso en todo caso será la consecuencia de la apreciación que se realice, siempre combinándolas con estas dos tareas primigenias enunciadas anteriormente.

Teoría Militar, Doctrina y Transformación de la Fuerza Terrestre

Estos tres elementos forman una trinidad de cíclica interacción, cuyo resultado es un círculo virtuoso. En un proceso continuo que comprenda a la Teoría Militar, Doctrina y Transformación de la Fuerza Terrestre, es posible lograr un conjunto entrelazado que derive en la búsqueda de otros conceptos y funciones de renovación constante (Cuadro Nº 03). La Teoría Militar le da el fundamento explicativo a los fenómenos sucedidos y crea bases de predicción para las Operaciones Terrestres. La Doctrina proporciona las bases filosóficas sustentables que soportan la explicación de la Teoría Militar. Y la Transformación de la Fuerza Terrestre operativiza las bases doctrinarias, desarrollando nuevas capacidades y estructuras, asumiendo nuevas misiones, y responsabilizándose de nuevas funciones en el Campo de Batalla.

Para este ensayo, es necesario diferenciar y conceptualizar tres términos: Adaptación, Modernización, y Transformación, siempre referidos a la Fuerza Terrestre. Adaptación: consiste en adoptar las estructuras existentes para continuar cumpliendo con las tareas previstas; Modernización: es la optimización de las capacidades para cumplir la misión de una mejor forma; Transformación: es el proceso que conlleva al desarrollo de nuevas capacidades para cumplir nuevas misiones o desempeñar nuevas funciones en combate (García, 2005). De ahí que la transformación implica un cambio mucho más radical debido a que envuelve cambios en las misiones y tiene un alcance no solamente técnico sino político[7].

Para nuestros tiempos, los principales componentes de la Teoría Militar deben incluir la naturaleza y carácter de la guerra moderna y sus elementos, así como la forma que estos elementos se relacionan e interactúan entre ellos (Vego, 2011). En tal virtud, la Teoría Militar también nos permite predecir, y por lo tanto ser la base teórica de la transformación de la Fuerza Terrestre, de sus nuevas funciones en el campo de batalla, del desarrollo de nuevas capacidades para tales funciones, en un ambiente cambiante y con grandes limitaciones presupuestales. Es mediante la Teoría Militar que el comandante puede, al apreciar la interacción de los elementos que la sustentan, separar lo importante de lo no importante, lo central de lo periférico, y lo fundamental de lo accesorio.

Nuestra Teoría Militar debe ser el elemento base que mejore la calidad de la información disponible para que le proporcione a la visión del comandante terrestre una estructura que pueda ser descompuesta en acciones con capacidades desarrolladas, a su vez que permitan cumplir el plan madre (Kossakowski, 2011). Es aquí, donde volverá a verse la necesidad de una única arquitectura conceptual, que consolide nuestro lenguaje para no confundir los roles de nuestro Ejército con las misiones de los comandantes, las funciones con las tareas, los objetivos con las visiones, y la flexibilidad con la reactividad.

Con una Teoría Militar, habremos cerrado esa gran deuda que tenemos con nuestro Sistema de Doctrina, tantas veces incomprendido e ignorado. Y es que la respuesta que se nos viene a la mente, es justamente que si alguna lección podemos advertir de estas líneas, es que no puede pedirse una base doctrinaria en donde no hay punto de partida. No solo una, sino varias teorías militares pueden formularse para apoyar el esfuerzo doctrinario; sin embargo, la Teoría Militar Institucional parece ser el camino más corto para llenar ese vacío, en que nuestros comandantes terrestres o no la han entendido por completo o simplemente la han ignorado como consecuencia de la colisión de lo aprendido y el desengaño de la práctica, o porque han sobredimensionado la importancia de la tecnología como único recurso para vencer en batalla.

Dadas las circunstancias y visiones prospectivas, nuestra Fuerza Terrestre deberá estar en condiciones de llevar a cabo Operaciones diversas. Para el cambio de nuestra Fuerza Terrestre, nuestra realidad interna, la realidad internacional, el recorte presupuestal, y el accionar de nuestros principales probables adversarios, ejercerán una notable influencia. En tal virtud, la creación de una Fuerza Modular Básica, aquella que podamos agregar y quitar, y recomponeer componentes, pareciera ser el primer paso hacia la Transformación de la Fuerza Terrestre. Y es que creo, que no se puede tener una fuerza diferente para cada escenario o para cada circunstancia, no existe económicamente una fuerza militar más cara que aquella que cuando se la requiera no pueda ser empleda.

No pretendo entrar en detalles de lo importante que es la Transformación de nuestra Fuerza Terrestre, este tema será tratado en otro trabajo de investigación. Asimismo, no es menester de este corto ensayo profundizar en tan complejo tema, que genera controversias conceptuales. Sin embargo, desde la perspectiva de la Teoría Militar, la Transformación en si no es el producto final, sino el proceso por el cual ante una serie de acciones sobre la Fuerza Terrestre, se crea un efecto que causa alteraciones en su estructura y en sus funciones. En ese sentido, la Transformación debería iniciarse con una Teoría Militar. Si en lugar de ello, y basado en la teoría de la Administración y Organizaciones Públicas, solo vamos a realizar cambios en nuestra organización y no vamos a cambiar nuestra misión ni generar nuevas funciones, entonces no habremos transformado nada.

Aunque la Transformación de la Fuerza Terrestre en nuestra Institución, es una tarea de largo aliento y debe integrarse en el sentido de conjuntez, dicha reforma debe tener su base, recalco, en una Teoría Militar Institucional. Los términos que están de boga, tales como: vectores de transformación, planeamiento por capacidades, la evaluación por amenazas, los escenarios prospectivos, etc. Todos ellos son válidos, en la medida que no se pierdan dos consideraciones: nuestra realidad y el destino de nuestra Institución.

Existen tres caminos unidos entre sí para arribar a una Teoría Militar Institucional: Primera: Aquella dirigida por la parte académica que reúna a todos los investigadores, historiadores, escuelas, hacedores de doctrina y pensadores. Segunda: Aquella experiencia recogida de los comandantes de las unidades en todos los niveles de todas las Divisiones y Dependencias relacionadas a la conducción y apoyo de operaciones militares terrestres. Y tercera: A los filósofos, pensadores, investigadores y Oficiales en retiro. Juntando estas tres vertientes podríamos iniciar y consolidar una base y punto de partida para toda forma de esbozo de una Teoría Militar propia. De todo este significativo conglomerado de recursos, la Escuela de Guerra debería erigirse como líder natural para tan importante empresa.

Consideraciones Finales

Está claro que carecemos de una Teoría Militar Institucional. Esta demanda una serie de debates y acciones para alcanzarla, y en ese sentido es lo que este corto ensayo ha pretendido generar. Convocar a las mentes capaces y brillantes con la que cuenta el Ejército, sintetizar la experiencia de nuestros comandantes en todos los niveles, recoger las lecciones aprendidas de los soldados que nos antecedieron, amalgamar todos estos ricos activos y materializarlos en la formulación de nuestra Teoría Militar, es una tarea difícil pero no imposible. Esta empresa cerrará una etapa de inconsistencia institucional entre sus fundamentos teóricos y la disfuncionalidad en su práctica operacional.

El General Mercado Jarrín, Clausewitz, Jomini, Machiavello, y otros fueron grandes teóricos y pensadores del arte militar. Todos ellos desarrollaron teorías que perduran en gran medida. Sin embargo, el estudio de cada una de sus obras debe materializarse en nuestra propia obra, en beneficio de nuestros comandantes del futuro.

El pretender dar una explicación de lo que ha sucedido en nuestras campañas militares no es trabajo simple, y más aun querer explicar aquello que aun ni siquiera ha sucedido. Sin embargo, tiene particular importancia para nuestra Institución ensayar un conjunto de fundamentos que den respuesta a las preguntas de todas las generaciones de militares que ha producido la Escuela Militar, particularmente a las más jóvenes que vienen imbuidos de nuevos conocimientos y a quienes les ha tocado vivir tiempos menos románticos, mas materialista, cargados de incertidumbre, y avances tecnológicos. A pesar de todos los cambios, estas nuevas generaciones necesitan guías teóricas y respuestas rápidas, porque al igual que los soldados de ayer, los jóvenes militares deben sentirse comprometidos en la tarea de hacer del Ejército, una Fuerza Terrestre capaz de vencer en toda circunstancia.

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Crl. Cab. ANGULO PALMA Alfredo. Perteneciente a la 92ª promoción Agustín Gamarra de la EMCH, ha prestado servicios en la 1ª Brig. Caballería, 18ª Brig. Blindada, Frente Huallaga, SIE, Escuela Militar de Chorrillos - EMCH, EIE, ECAB, Oficina de Asuntos Internacionales del Ejército, Observador Militar en UNMEE (Eritrea-Etiopia), Agregado Militar Adjunto a la Embajada de Perú en los Estados Unidos de América, Sub Director Ejecutivo del Consejo Suramericano de Defensa de UNASUR. Y actualmente en el Comité de Asesores del Comandante General del Ejército. Ha seguido los cursos Intermedio y Avanzado del Arma de Caballería, Paracaidismo Militar, Curso Básico y Superior de Inteligencia, Curso de Comando y Estado Mayor en la ESG, Curso Administración ESAN, Commanding Peace Keeping Operation en la UNITAR-UNMEE, Licenciado en Administración en la UNFV, Máster en Relaciones Internacionales por la School of International Service de la American University, así como el Curso Avanzado de Estrategia y Seguridad Internacional en el CHDS de la National Defense University, Washington DC. Asesor e integrante de la delegación del Perú en la APEC y ALCUE. Miembro de la Delegación del Perú de los Grupos de Trabajo para la formulación del Protocolo de Paz, Seguridad y Cooperación de UNASUR asi como de Homologación de Gastos de Defensa, e Inventarios Militares en Suramérica.

[1] Diccionario de la Real Lengua Española, http://lema.rae.es/drae/?val=teoria

[2] RAE: http://rae.es/drae/srv/search?val=teor%EDa

[3] Enciclopedia Britannica, http://www.britannica.com/EBchecked/topic/528971/scientific-theory

[4] Marshal Sokolovsky: The Soviet Army Operations and Tactics. Manual FM 100-2-1, formulado por TRADOC US Army. http://www.fas.org/irp/doddir/army/fm100-2-1.pdf

[5] Sun Tzu, The Art of War (translated by Lionel Giles), www.artofwarsuntzu.com

[6] Proyecto de Fuerza del Ejército Brasileiro (PROFORÇA) p. 5, Los Conflictos Armados y la Era del Conocimiento: Evolución de los conflictos armados.

[7] Citado por el General (r) Jaime García Covarrubias en su obra Os tres Pilares duma Transformacao Militar. Military Review, Novembro-Dezembro 2007. Edición en portugués.


 
 
 

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